domingo, 29 de junio de 2014

musical MENTE 1.3

Fernando empaquetó la cena hacia las ocho y media. Sus amigos habían terminado de acomodar la casa y guardar todo en sus mochilas hacía diez minutos y, habiéndose evaporado el copetín un largo tiempo atrás, se ocupaban de devorar los ingredientes sobrantes.
—¡Estamos! —anunció el cocinero, tomando las llaves de la casa. —Cada uno agarre su mochila y una bolsa de basura y vamos yendo para la parada.
Fuera, el sueño de una tarde de verano había dado paso a un crudo anochecer de invierno. El viento helado les cortaba la piel y ni todo el exhibicionismo del mundo le habría permitido a Fernando permanecer en la sunga con la que había salido al pueblo horas antes. Cubiertos bajo tres capas de abrigo, dirigieron una última mirada nostálgica a la pileta antes de atravesar el jardín delantero y salir a la calle.
Pasado el portón, Teresa buscó su billetera para comenzar a contar el dinero de los pasajes mientras Martín tiraba la basura. Tras unos momentos de revolver el contenido con progresivo nerviosismo, notó que había (ademas) un segundo faltante.
—¡Pará, no cerrés! —chilló antes de que su amigo hubiera siquiera alcanzado a ubicar sus llaves. —¡Me olvidé el libro y la billetera adentro!
—¿Para qué trajiste un libro? —resopló Fer.
—Porque todavía me quedan dos capítulos y mañana tenemos Lengua; se suponía que lo teníamos que tener leído para la primera clase del segundo cuatrimestre —el chico se mantuvo impasible y Teresa sintió un acceso de rabia. —¡No me digas que ni siquiera lo compraste!
—Puedo ver la película de Judy Garland —repuso Fernando, encogiéndose de hombros—, no hagás tanto escándalo.
—Esa película no tiene nada que ver con el libro. Además, te quiero ver soportando esa secuencia de enanitos cantando sin arrancarte los ojos ni el expansor.
—¡Dejen de boludear y entrá a buscar tus cosas que nos vamos a perder el colectivo! —explotó entonces Martín, sacudiéndose de las manos algo que se había escapado de un agujero en las bolsas.
Teresa murmuró algo y entró corriendo a la casa mientras su amigo se limpiaba los dedos en un arbusto.
—¿Y vos lo leíste?
—¿Cuándo nos juntamos a verla?
Entre risas, chocaron los cinco.


domingo, 22 de junio de 2014

musical MENTE 1.2

A esas horas el pueblo entero era para ellos. Se respiraba una calma tan intensa que resultaba incómoda —forzando su visión periférica y una sonrisita gentil, Teresa adujo que quizá se debiera a la decena de ojos que se clavaban sobre ellos al atravesar la plaza principal.
Casi podía oír los pudorosos grititos ahogados: una chica entre dos hombres, apenas escondiendo su feminidad bajo un vestido veraniego que estaba lejos de cubrirle las rodillas y cuyo escote era tan (impudicamente) amplio que revelaba el corpiño de su trikini turquesa. El chico a su lado que insistía en enseñar su cuerpo también era un espectáculo en sí mismo, pero los vecinos ya estaban acostumbrados a ver a Fernando pasearse con su envidiable torso desnudo. Del otro adolescente le resultaba difícil hacer comentarios picajosos —sólo acudía a la mente el de que su cuello era demasiado largo para lo pequeño de su cabeza y que el corte de su remera no ayudaba a disimularlo. Si uno quería ponerse quisquilloso, siempre había algún gesto a señalar.
Quedaba poco de sus helados cuando alcanzaron el almacén y quedaron pocos abastecimientos cuando salieron de él —cada uno llevaba entre dos y tres bolsas, cargadas y pesadas.
—¿Es necesario que todo lo que cocines sea gourmet? —protestó Gino.
—Que yo sepa, nunca tuve que obligarte a que te sirvieras un segundo plato —repuso Fernando, con una desafiante sonrisita de suficiencia. —Si te dejás de quejar, puede que considere no hacer rústicas las papas fritas.
—¡Se calla, se calla! —exclamó Teresa, pasando el peso de las bolsas a una mano para poder tapar la boca de su amigo.
¡La voz del diablo se oye en nuestra Tierra! —chilló entonces el teléfono de Martín, sobresaltándola.
—¿Me lo leés?
Con absoluta naturalidad, Teresa metió la mano en el bolsillo del short de baño de Martín y sacó el  celular. Resolvió el patrón de desbloqueo y dejó escapar algo entre un chiflido y un silbido.
—¡Es de Ce-les-te! —anunció, burlona. —«Mañana vuelve a empezar La Forza. La clase es a las cinco, pero si querés nos podemos ver un toque antes así no se te hace tan raro. ¿Te copa?» —Martín asintió. —Esa es mi traducción, porque a esta chica parece que no le gustan las vocales. ¿Qué son esos dos puntos pe que intercala entre casi cada palabra? —Fernando abrió mucho los ojos y sacó la lengua hacia un costado, en una expresión ridícula que desprendió risas de sus amigos. —Okey, entiendo. ¿Entonces va en serio eso de hacer comedias musicales?
—Supongo que sí —replicó Martín, desviando la vista al frente. —Cuando Cito me decía Tommy yo creía que era una especie de chiste porque me gustaba mucho el disco y el pinball que estaba en Arcadia, pero en realidad era una manera encubierta de decir que yo estaba ciego, sordo y, por ende, mudo ante quién era él en realidad. Si quiero respuestas tengo que ir a ese taller.
—¿Y el chico raro del videoclub? —inquirió Fernando con sobriedad, saltando frente a su amigo y obligándolo a detenerse y verlo a los ojos. —¿Qué fue lo que te dijo que ahora estás tan decidido a hacer algo que hasta tres meses atrás pensabas que era lo más estúpido del mundo?
Teresa lo fulminó con la mirada y acarició el hombro caído de Martín.
—Me dijo el precio de la cuota y que Cito era un tarado y un cagón, y que era mejor que me alejara del centro cultural —sus amigos guardaron un incómodo silencio. —Pero no le creo —aseveró, levantando la cabeza y afirmando sus ojos sobre el horizonte. —Celeste me dijo que, como él es el único que se anima a cantar en falsete, se va a quedar con la canción de Cito. El tema es que yo también puedo hacerlo, y supongo que por eso me quiere lejos, para que no le saque Memory.
—Entonces, ¿vas para vengarlo? —dijo Teresa.

—Algo así —replicó Martín, reemprendiendo el paso. —Para eso e investigar. Mato dos pájaros de un tiro.

viernes, 20 de junio de 2014

Random Thoughts - Los Sims como un RPG

Si te lo ponés a pensar —como un drogadicto pasado de merca, o como yo—, Los Sims 2 es muy parecido a un juego de rol. Paso a dar cuenta de mis argumentos.




  • Leveleás tus habilidades: no matás cerdos ni demonios, te ponés cachas con un aparato de ejercicios o dedicás una tarde a un ambiguo e interminable libro sobre Mecánica. Y, lo más importante de todo, no te cuestionás cómo, habiendo pintado los 10 puntos de Creatividad, podés tocar Mozart como un experto
  • Tenés una quest/objetivo principal —tu deseo de toda la vida—, pero podés pelotudear mientras tanto, dedicándote a cientos de ¡sidequests! Los deseos a corto plazo, ¿qué son sino brevísimas sidequests? ¡Además, te desbloquean items que no podrías conseguir de otra manera.
  • ¡MAGIA!: o, mejor dicho, influencia, pero podemos decir que "encantás" a tus relaciones.
  • No sos elfo nocturno u orco... ¡pero podés elegir ser humano o alien!
  • Tenés profesiones... no tan copadas como "espadachín" o "mago", pero podés ser médico xD
La serie de juegos Sims 2 a secas —más sus expansiones— podría considerarse un "sandbox", el tipo de juegos donde, básicamente, hacés lo que se te canta, elegís tu camino.

Los de la saga Historias —de la Vida, de Mascotas y de Náufragos— serían más tradicionales, con una historia —siempre delirante, como todo en los Sims. Lo mismo vale para los juegos para portátiles y de consola, que siempre tienen una historia y objetivos. No todos tienen sidequests, así que no sé si calificaría de RPG, pero... Wikipedia los define a los juegos de rol en general como: "[...] juego en el que, tal como indica su nombre, uno o más jugadores desempeñan un determinado rol, papel o personalidad"

Creo haber sido bastante conciso por tratarse de una idea tan estúpida.
¡Espero comentarios! ¡No me dejen escribiendo solo!

martes, 17 de junio de 2014

Entrevista de Trabajo #1

A los dieciocho años, Roberto descubrió que le gustaba mentir. To —abreviatura de Roberto— lo supo tras años de muy efectivas mentiras. Tenía la convicción de que mentir era algo completamente natural, disfrutaba exagerando detalles y se enorgullecía de la manera en que lograba decorar un hecho ocultando algunas de las vergonzosas verdades implicadas.   
Hasta los quince, la mayor parte de sus mentiras se habían desarrollado en talleres de teatro, pero, tras un accidente en el que sus piernas habían quedado temporalmente lisiadas, había dejado de mentir conscientemente. Seis meses después ya se encontraba en perfecto estado físico —y negándose rotundamente a volver al escenario. El incidente había ocurrido en el trayecto de ida a un ensayo y Roberto lo consideró una señal del Destino, que le aconsejaba que lo mejor para él sería alejarse de las mentiras. Y lo había hecho, por el espacio de dos semanas. Lentamente, había recuperado su capacidad de mentir y llegado a sentir un pequeño placer por ello. Entonces no eran más que mentiritas piadosas; en la tarde de su hallazgo pronunciaría su primera mentira constructiva.
Estaba en un examen oral de inglés, el primero en el que tenía un manejo suficiente como para cambiar sus réplicas bisilábicas por respuestas de complejidad considerablemente mayor. Por efecto del maratón de series que había visto por televisión, se sentía poderosamente capaz. Había repasado todas las estructuras que conocía y memorizado incluso más vocabulario del planteado en las unidades evaluadas. Cuando la profesora le preguntó por su familia, mintió poderosamente. Sintió un escalofrío cálido recorrerle el cuerpo a medida que construía un relato, rellenando sobre la marcha los huecos que se iban formando, aprovechándose de los momentos en los que la docente no comprendía algo para reformularlo incluso más grande.
Con ojos vidriosos, explicó que su padre llevaba dos noches fuera de casa y que su madre se había colgado en el living hacía tres meses, encontrándose él temporalmente bajo el cuidado de su hermano mayor. Intercaló unas inspiraciones profundas para aportar mayor dramatismo a su historia, e hizo de cada respiración entrecortada una muletilla para hacer tiempo a reconstruir algo más. En un gesto perfectamente medido, sacudió la cabeza y miró el techo al tiempo que tragaba pesadamente para «no llorar».
Obtuvo un abrazo y un nueve cincuenta. Corrió a casa a contarle a su madre, le envió un mensaje de texto a su padre —que se encontraba en un viaje de trabajo— y finalmente se echó en el segundo y último dormitorio de la casa.
Se durmió casi al instante, sintiendo algo del éxtasis anestesiante que experimentaba tras salir de escena.

domingo, 15 de junio de 2014

musical MENTE - 1.1



Los últimos rayos de sol acariciaban sus cuerpos tendidos en el pasto. Cada tanto uno de ellos reía y su abdomen se contraía, pero por lo pronto no había más movimiento que el ligero sacudir del único —y miserable— árbol en toda la casa de fin de semana de Fernando. En un extremo del complejo, el triste pino proyectaba su sombra, ya diluida en el atardecer; una pileta olímpica lo separaba de los tres chicos, de la misma manera que un par de horas los distanciaba a ellos del inicio del segundo cuatrimestre. Aquel día había sido uno de los tantos oasis deliciosamente abrasantes durante el invierno y sus miembros, ya acostumbrados a la dulce lamida del sol, se negaban a moverse. ¿Con qué fin resignar su paz?
Un hilillo de música, indistinguible entre el ruido de autos despidiéndose del pueblo de Tristecia y el sonido de sus propias risas, formaba una telaraña translúcida sobre el jardín delantero. Habían decidido hacer una lista de reproducción equitativa y podía estar sonando cualquier cosa.
Teresa suspiró el aire limpio y cerró los ojos. Eran cerca de las cinco y media, hora a la cual solían empezar a recoger sus cosas y aprontar la casa, pero sus mochilas seguían a una sana distancia de sus manos. Un manto de (paja) vagancia casi palpable los cubría, clavándolos al suelo. En un pensamiento (evanescen ce te) sin consistencia, sintiendo aquella pesadez inusitada paralizándole las piernas, se dijo que era como si su cuerpo supiera cómo podrían precipitarse los acontecimientos si osaba levantarse —y actuaba en consecuencia.
—¿Alguien más tiene problemas para levantarse? —preguntó al cielo, incapaz de torcer la cabeza.
—Sí —farfulló Martín, con un mechón del pelo de la chica metiéndosele en la boca y en los ojos.
—Nah —repuso Fer, rascándose el testículo izquierdo a través de su sunga con la mano que no tenía bajo la cabeza, despreocupado de que alguien lo observara juicioso.
Hubo una pausa en la que ninguno dijo nada; sólo el sonido del contacto de la licra y una uña comida quebraba el silencio. Tere quería decir algo más, pero tenía que volver a reunir energía para un nuevo esfuerzo.
—Si nos apuramos, podemos alcanzar el colectivo de las seis —dijo el dueño de casa, regresando la mano bajo su cabeza una vez finalizada su tarea. —El que le sigue sale recién a las nueve —agregó.
Tras una segunda tanda, esta vez de silencio absoluto, dijo:
—¿Quién quiere helado?
Como ajenos al resto de sus cuerpos, los brazos de sus amigos se levantaron, vehementes, y luego siguieron sus piernas.
—¿Comemos acá o en el colectivo? —preguntó Martín, con sus facciones rubicundas finalmente libres.
—Podemos hacer la comida acá —propuso Teresa, luchando por acomodándose la remera, aún mojada tras haber sido arrojada a la pileta a medio desvestir— y comerla en el… ¡Fernando dejá de rascarte ahí! ¡Es asqueroso!
El chico resopló y, echando a girar los ojos y la cabeza, se puso de pie en un único gesto —«Allez-hop!», anunció a mitad de su salto—, ridículamente gimnástico. Le extendió la mano a su amigo, que la rechazó y procedió a retorcerse hasta encontrar una posición desde la cual poder levantarse.

—No puedo saber con qué mano estabas tocándote los huevos ni pienso arriesgarme a averiguarlo —dijo Martín con una sonrisa.

jueves, 12 de junio de 2014

We're off to see the Wizard

¡Bienvenidos a mi vigesimoquinto blog!


Esta vez las actualizaciones van a ser, al menos, dos por semana:
  • Los domingos, la historia principal: musical MENTE, la secuela de dramática MENTE (disponible en la sección de Descargas), actualizada por segmentos de capítulos.
  • Los miércoles, un serial que va a ir rotando, empezando por Entrevista de Trabajo, el raconte de un episodio en la vida de un mitómano.
  • Ocasionalmente, entradas sueltas sin justificación alguna: canciones, videos, reflexiones, reseñas del libro que esté leyendo, proyectos personales, etcétera.

¡Espero acepten este acuerdo y lean algo de lo que se ofrecerá por estos pagos! 

¡Un saludo y nos estamos leyendo!